UNA OBRA, DOS ACTOS Y UN DESASTRE,
PUNTO y APARTE – Nº23, 2021,
Segunda Quincena de mayo
- Tras la mega-elección del fin de semana, el país entra de lleno en “modo presidencial”.
- La ciudadanía habló, principalmente, a través de su voto para Convencionales y lo hizo castigando a la política tradicional en su conjunto.
- Una caótica y frustrada inscripción de primarias reflejó el profundo deterioro de la centroizquierda y su política de alianzas. Quedó fuera de las próximas primarias legales.
- Tanto la centro-derecha como la izquierda más radical, inscribieron sus candidaturas.
- El Gobierno, solo y duramente golpeado por los resultados de su sector, planea un cambio en su elenco ministerial.
EL ESCENARIO GENERAL
Los resultados electorales de este fin de semana generaron un terremoto político en grado máximo, que tuvo como epicentro a La Moneda y consecuencias en todo el arco político nacional. Como una obra del teatro del absurdo, su desarrollo fue en dos actos independientes el uno del otro, pero intimamente relacionados por las consecuencias del movimiento telurico:
- El primero, la centro-derecha no logró lo que hasta hace pocas semanas daba por seguro: alcanzar, como mínimo, el tercio necesario para ejercer un veto en la Convención, que les permitiera bloquear los cambios profundos que las fuerzas de centro-izquierda se proponen imprimir en la Nueva Carta Magna. El sector debió desplegar una campaña con el fuerte viento en contra que le significó ser parte del oficialismo, en momentos de la peor evaluación ciudadana a un Gobierno, desde el retorno de la democracia.
- El segundo, la Unidad Constituyente no participará en las primarias presidenciales legales y, aun cuando puede realizar primarias convencionales, ello le deja fuera del espacio público que otorgan los debates y las franjas electorales. Todo ello, a consecuencia de que el sector de izquierda radical representada por el FA y el PC terminó transparentando métodos para establecer alianzas políticas que se parecen mucho a las viejas prácticas que condenan en otros. Episodios como estos ya tuvieron costos, hace un tiempo atrás, para un emergente Frente Amplio que se instaló en el escenario político prometiendo algo distinto, para luego entrar en la misma dinámica que criticaba.
Ahora, el control de daños
La antigua lectura de que las municipales marcaban los resultados que vendrían en las presidenciales siguientes quedó en cuestión, ya que aunque algunos reconocían en la elección para la Convención Constituyente a la “madre de todas las batallas” que se librarían en las urnas, no era previsible que sus resultados para un organismo que correrá por su propio carril, con tiempos y dinámicas distintas lograra, sin embargo, constituirse en factor determinante en las definiciones finales de los partidos frente a la elección presidencial de noviembre próximo.
En cuanto a la gobernanza de territorios, la centro-derecha también fue duramente golpeada por los resultados, especialmente en lugares emblemáticos como las comunas de Santiago, Ñuñoa y Viña del Mar, bastiones históricos del sector. Haber retenido comunas populares y con gran cantidad de votantes como La Florida y Puente Alto es un alivio que no alcanza para festejar, por lo sucedido a nivel nacional. La estocada más compleja, sin embargo, fue la derrota de Catalina Parot, que les dejó fuera para la segunda vuelta en la Gobernación Metropolitana.
Con todo, el oficialismo reaccionó rápido para intentar un “control de daños”. La UDI desenredó el nudo entre Mathei y Lavín, designando a este último como su candidato único y así, sin ningún dramatismo, Chile Vamos inscribió a sus aspirantes presidenciales para las primarias legales de junio próximo. El Partido Republicano, en tanto, podría ir a la primera vuelta o, en el camino, entregar su apoyo a quien resulte vencedor del oficialismo. Hay tiempo para eso.
La oposición, en cambio, cuyos partidos sumados lograron una evidente mayoría en la Convención Constituyente, devino en un incomprensible e improvisado espectáculo.
Un Frente Amplio que desde hace un tiempo parecía subsumido por el Partido Comunista, resultó altamente fortalecido tras las elecciones. De manera tal que, luego de cumplir la difícil meta de juntar las firmas que exige la ley, su pre-candidato, Gabriel Boric, se pudo parar con mucho mejores perspectivas de triunfo para las primarias, frente a un Alcalde Jadue que lidera las encuestas del sector.
Hasta allí, todo bien. No obstante, lo que vino después de aquello representa, sin dudas, todo lo que la ciudadanía rechaza en la clase política de manera transversal, y que quedó de manifiesto en la abrumadora votación que consiguieron los candidatos independientes que, con todos los obstáculos que significaba competir dentro del sistema proporcional, se quedaron con la mayoría de los escaños.
La lamentable performance de las últimas horas no dejó a nadie bien parado y desnudó el grado de deterioro que vive una oposición que, desde la derrota tras Bachelet I, nunca ha efectuado una reflexión de fondo. Algunos de los hechos de este negro itinerario fueron:
- La invitación del FA y del PC al Partido Socialista para participar en primarias
- El veto a los partidos que depusieron sus candidaturas en favor de Narváez;
- La bajada, luego subida y finalmente bajada definitiva de la presidenciable DC, Ximena Rincón;
- La difusión de la trastienda de las negociaciones;
- Las acusaciones mutuas.
En este contexto, Unidad Constituyente se proyecta hoy como una fuerza que ha ido acentuando un actuar elitista y alejado de sus bases de apoyo las que, ante una oferta diferente de la izquierda más radical, decidieron castigar a la centro-izquierda este fin de semana.
El Factor Provoste
El rápido ascenso de la Presidenta del Senado, Yasna Provoste, en las encuestas tras su irrupción para liderar las negociaciones con el Gobierno para conseguir mayores y más rápidas ayudas para las familias golpeadas por los efectos de la pandemia, y su capacidad para unir a la oposición tras los llamados “mínimos comunes”, se introdujo como un factor con gran potencialidad electoral para un sector cuyos pre-candidatos presidenciales no lograban despegar. La primera damnificada ante esta evidencia fue la Senadora Ximena Rincón, cuando un sector de su propia tienda, la DC, estuvo dispuesto a desconocer el resultado de las primarias internas e investir al nuevo liderazgo
de Provoste como su candidata.
Un deficiente, desordenado e improvisado manejo de esta situación por parte de la directiva del partido devino en la negativa de la Senadora Provoste a estar disponible para dicho desafío, que por lo demás ya contaba con las simpatías de otros altos dirigentes aliados. Los duros términos empleados por la Presidenta de la Cámara al rechazar la oferta partidaria reflejaron claramente su disconformidad con la desprolija conducción de una coyuntura que pudo ser clave para definir decisiones mayores en Unidad Constituyente y que, sin embargo, se llenó de desaciertos hasta
hacer imposible una salida honrosa de cara a la ciudadanía. De esta forma, al menos por ahora, la DC se quedó sin candidato o candidata presidencial y la centro-izquierda, sin una de las figuras más competitivas y sin primarias.
Otro gran perdedor en estas elecciones son los Estudios de Opinión. Nuevamente ninguna de las encuestas que se conocieron previamente fueron capaces de prever, ni de cerca, lo que ocurrió el fin de semana. Es cierto que las restricciones de movilidad decretadas por la autoridad sanitaria para enfrentar la pandemia impidieron las consultas presenciales, lo que aumenta el margen de error. No obstante, no hubo ninguna medición que proyectara algo más o menos cercano a los resultados.
Para el registro, en un país como Chile cuyo electorado se define mayoritariamente como de centro según todos los estudios, se da la paradoja de que sea precisamente este sector el que quede sin primarias legales para arribar a un candidato único con quien enfrentar a Chile Vamos y con una mermada representación en el debate constitucional. Con todo, la amplia diversidad en la composición del organismo obligará a llegar a acuerdos, lo que constituye una buena noticia, si lo que se espera es contar con una Carta Magna para todos los chilenos y chilenas, para las
próximas décadas.
Al final, la histórica mega-elección terminó marcando varios records: se transformó en el primer hito de paridad de genero, estableció un parámetro de participación de pueblos originarios, generó una inédita emergencia de independientes de distinto signo y, por sobre todo, cambio el mapa electoral del país. En Chile, en el futuro, habrá un antes y un después de estas elecciones. Y, en lo que respecta a esta coyuntura, nos enfrentamos a un insólito cuadro en donde el principal derrotado -el oficialismo- se puede dar el lujo de mirar las cosas con calma porque el principal vencedor -la oposición- se encuentra hoy en el medio de un caos, curiosamente provocado por el resultado de
estos mismos comicios.
PROYECCIONES
- Las múltiples dudas e incertidumbres que generaron inicialmente en algunos sectores los resultados obtenidos en la elección de constituyentes debieran ir encontrado un cauce natural de objetividad con el paso de las semanas. La diversidad del elenco elegido y el que ningún sector tenga por si mismo la mayoría, obligará a privilegiar el diálogo y a llegar a acuerdos. Esto resulta especialmente interesante, si se toma en cuenta que actores que han cumplido roles de outsiders, de gran radicalidad y antisistema desde el estallido social, estarán ahora dentro de la institucionalidad, obligados a actuar según dichas reglas del juego y con una responsabilidad indiscutible respecto del resultado final que se le ofrecerá al país.
- Los mercados, como en toda elección, también reaccionan. El débil resultado de la coalición gobernante, con menos de 1/3 de los escaños, produjo una baja bursátil, un alza del dólar y una leve devaluación del peso. No obstante, la agitación inicial tiende a estabilizarse con el paso de los días y tras un análisis de mayor profundidad sobre el proceso que está por iniciarse, los índices se recuperan. “Esperamos que el consenso se dé en torno al núcleo actual de macro-políticas ortodoxas del país”, señaló Hugo Rubio, presidente de BTG Pactal Chile Corredora de Bolsa, desdramatizando el momento. Lo anterior se acompaña con lo informado por el Banco Central, respecto de que la actividad creció 3,2% entre enero y marzo, en comparación con el trimestre previo. Esto, ad-portas de las elecciones. Para los analistas, más allá de la expansión interanual de 0,3% del PIB que registró el indicador en el primer semestre del año en curso y que estaba dentro de lo esperado, lo más llamativo fue el dinamismo de la demanda interna, que aumentó un 6,7%, con lo que algunos elevaron sus proyecciones de crecimiento para el año en curso.
- En cuanto al proceso constituyente, podemos afirmar que la estrategia de encausar la demanda social por la vía institucional tuvo un resultado exitoso. Algunas primeras declaraciones de constituyentes electos de la Lista del Pueblo, por ejemplo, se han caracterizado por su buen tono y disposición al dialogo, lo que constituye un factor que debiera generar mayores grados estabilidad, así como una oportunidad para recuperar las confianzas en la institucionalidad.
- La interpelación de la ciudadanía a toda la clase política expresada ente fin de semana, obliga a los partidos a un ejercicio de introspección profundo. No solo el Gobierno y las elites económicas no están sintonizando con el sentir ciudadano. Las elites partidarias abandonaron sus vínculos reales con las personas y la política se convirtió en un espacio estrecho, lejano, con códigos incomprensibles, sin sentido de misión y sin representación real. El desafío que viene será reconectar, volver al trabajo en los territorios, escuchar y priorizar el interés superior del país por sobre las aspiraciones particulares. Quien no lo entienda continuará sufriendo derrotas.
- Ha quedado demostrado que las grandes sumas de dinero invertidas en las campañas electorales ya no son garantía de un triunfo. Los candidatos que más gastaron no resultaron electos. Para el futuro queda, por el contrario, una gran lección: estos comicios reivindicaron el trabajo de base y el contacto persona a persona, así como la capacidad para entregar a la ciudadanía una oferta atractiva y renovada de candidatos con arraigo y sintonía con la vivencia popular, por sobre figuras impuestas, aun cuando estas sean conocidas.
- No solo el teletrabajo al que obligó la pandemia llegó para quedarse. Los múltiples usos y posibilidades que brinda la tecnología, que tan bien supieron aprovechar los jóvenes para difundir sus postulados e ideas en la campaña electoral, quedó instalada como una fórmula eficaz y de bajo costo a la que tendrán el desafío de incorporarse todos en el futuro. Allí radicará la posibilidad de entregar mensajes más claros y directos, de realizar debates y conversatorios, en comparación a la confusión y desinformación que entregan las fórmulas clásicas, como afiches sin identificación política o una franja electoral incomprensible.
- Los pésimos resultados del oficialismo, obligan al sector a ordenar su discurso. Resulta muy difícil dar coherencia a su oferta si el pre-candidato presidencial mejor posicionado, Joaquín Lavín, considera necesario hablarle al electorado de centro y plantear la necesidad de un Chile más igualitario e inclusivo, mientras la figura más votada del oficialismo en la Constituyente, Marcela Cubillos, señala que la derecha siempre pierde cuando abraza posiciones que ella considera son de la izquierda. Esta confusión de planteamientos y visiones podría significar la pérdida de un volumen significativo de votantes, especialmente si aparece en el horizonte una alternativa de centro que dé garantías de gobernabilidad.